Los cotos aragoneses,
un ejemplo de autogestión

Los cazadores aragoneses están a punto de recuperar el 100% de la capacidad de gestión cinegética en sus acotados, una situación privilegiada en esta materia que no encuentra parangón en ninguna otra comunidad autónoma

Desde que la Administración dejó de tener una actitud de excesivo intervencionismo, la renta cinegética de los cotos
de nuestra región ha ido mejorando de forma progresiva y muy notable, particularmente visible en las especies de caza mayor

Por Fernando Tello del Hoyo, expresidente de la Federación Aragonesa de Caza (FARCAZA)

Me refiero a la libertad de autogestión que gozan los titulares de cotos en Aragón. El resto de las comunidades como mucho, se aproximan.

Uno de mis objetivos durante mi etapa de presidente de la Federación Aragonesa de Caza (FARCAZA) fue recuperar dicha autogestión, es decir sentirnos realmente propietarios de lo nuestro. Este deseo, legítimo, se había visto gravemente menoscabado por un exceso intervencionismo de la Administración que, en ciertos momentos llega a ser tan asfixiante que los cazadores perdimos nuestra vocación de gestores cinegéticos. En su lugar nos dedicamos, con mayor o menor resignación, a intentar cumplir con las directrices de los departamentos de caza que nos fueron gobernando en sucesivas legislaturas.

Lo anterior es una crítica a algo que no se debió producir, que desmotivó tanto al colectivo, que se miraba con simpatía al transgresor de las normas, ya que se tenía la sensación de que el furtivo a la que quitaba las piezas era a la Administración, que se había erigido en una especie de propietario sin seguir las reglas de la expropiación forzosa. Ahora bien, durante los años que fui vicepresidente y los 16 de presidente tuve una relación intensa, fluida y fructífera, tanto con los funcionarios como con los cargos políticos que titularizaron las Consejerías en Direcciones Generales.

A la gran mayoría debo agradecerles su capacidad para escuchar y atender los razonamientos de este humilde cazador. Para las Consejerías de Agricultura y Medio Ambiente, con las que he convivido, no tengo más que palabras de agradecimiento. El 2002, con un consejero del PAR, Víctor Longás y un director general, Carlos Ontañón, las Cortes de Aragón aprobaron una Ley de Caza que sustituía a la anterior, que era infumable. El 2015 con Modesto Lobón del PP, como consejero y Pablo Munilla como director general, se presenta a las Cortes una nueva Ley de Caza, la de 2015, que subsana muchos de los errores que habían pasado desapercibidos en la redacción de 2002.

Es oportuno recordar que se trata de la ley que ha concitado el mayor consenso desde la creación de nuestra autonomía. La votaron a favor los partidos tradicionalmente pro cinegéticos.

En estas dos últimas legislaturas la colaboración con el consejero, Joaquín Olona y con los directores generales, José Ramón López Pardo, Ángel Berzosa y Enrique Novales ha sido excelente.

Este año estamos a punto de recuperar la gestión de nuestros cotos al 100%. No quiero dar detalles para no gafarlo, pero creo que mi sucesor, Miguel Angel Girón, culminará el ambicioso objetivo que yo me había impuesto.

Cuando esto se lleve a efecto debemos ser plenamente conscientes de que la responsabilidad recae en nuestro colectivo al 100%. Es decir, seremos responsables de nuestro éxito o de nuestro fracaso. Siempre he puesto como ejemplo la gestión respetuosa y restrictiva con la que las sociedades de cazadores han administrado las poblaciones y los aprovechamientos de la perdiz roja, tal como el retraso de las fechas de apertura, el adelantamiento de las de cierre, la limitación de días de caza y horarios y de unos exiguos cupos. Actuación que a pesar de las de las difíciles circunstancias, exceso de predación, prácticas agrícolas actuales y climatología adversa, por las que atraviesa la perdiz han permitido mantener unas poblaciones que permiten su aprovechamiento cinegético.

Los titulares de los cotos deberán evaluar, cuidadosamente, cuales son las poblaciones optimas para el territorio que gestionan. Esto va a depender mucho del tipo de cultivos de cada zona. Tenemos el ejemplo del jabalí, la administración, durante las tres últimas temporadas, nos ha instado a reducir las poblaciones. Hemos sido tan eficaces que este año las capturas han descendido de forma notable. Tendremos que ser cuidadosos para que el número de jabalíes no baje tanto, que nos quedemos sin actividad. Creo que todos tenemos claro que las esperas por daños tienen un efecto demoledor.

Esta misma filosofía habrá que aplicarla al resto de las especies, procurando que la renta cinegética se mantenga o aumente cuando sea aconsejable.
Esto legitimará el derecho a gestionar nuestra libertad.

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